DÍA 44

5 de febrero de 2024

3:00 h.

Durante el trayecto a Molina, Vicente y yo nos ponemos al día de las novedades, que han sido varias -y muy interesantes-, surgidas a lo largo de la semana:

- Vicente tiene claro que vamos a cambiar el espejico. Llevo todo lo necesario (cosa rara), o eso creía.

- También me comenta que se ha enterado de que una familiar de su nuera, integrante de un grupo folclórico de Alhama, está aprendiendo a tocar un guitarro antiguo de ocho cuerdas. O sea, que podemos sacar un montón de información: cuerdas, afinación... Y cuando se lo comentamos a Juan dice que sería interesante ver el instrumento, a ver cómo de antiguo es, y, si es posible, medir y ver toda la información que podamos.

- Yo he encontrado en youtube unos vídeos interesantísimos que bajo la sigla de TBSH (Tiene boca y sabe hablar) hace un estudio sobre las guitarras populares, que han sido relegadas por las flamencas y las clásicas casi a su olvido y desaparición. Es un trabajazo, dirigido por Julio Guillén.

Y, por supuesto, aporta mucha información de los guitarros, que consideran herederos directos de las guitarras barrocas.

(pulsa en la imagen)

Sigue saliendo mucha información que desconocíamos en los inicios. Es una gozada comprobar que en los últimos años se está estudiando mucho este campo.

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Y puestos en faena, cuando llegamos vemos a Juan enfrascado en sus guitarras, restaurando una de luthier de los años 90, y avanzando en otro de sus proyectos.

Curioseando vemos que está sin cerrar y que tiene firmada la tapa y cosas muy interesantes (los peones, el varetaje, etc.)

Como el último día nos fuimos preocupados por los puentes, que parecía que necesitaban más altura para que las cuerdas no cerdearan, veo una cuerda de nylon sobre la mesa y la anudo de manera que salga desde la parte superior, no desde el taladro.

A Juan le parece bien, y Vicente y un servidor respiramos aliviados.

El siguiente paso es sustituir el espejico de Vicente.

Está apurado porque nos va a retrasar algo, pero le insisto en que, aunque mi hija me dice que los defecticos (muchos), que son fruto de la inaxperiencia, les dan carácter a los guitarros, debemos de evitar todos los que podamos.

 

Armado de formones, trata de arrancar el marco, para ver si se puede aprovechar. Vicente comprueba que la cola que usó es muy potente y dudamos de que se pueda reutilizar, pero salen sin romperse.

Le recuerdo a Vicente que el espejo está pegado con una silicona muy fuerte y que no va a ser fácil despegarlo.

Descartamos hacer palanca para no dañar el palosanto y le pregunto si es supersticioso.

Su respuesta fue coger una llave metálica y golpear el espejo.

Aún así costó muchísimo ir despegando los trozos, teniendo mucho cuidado con las esquirlas.

...

Para cortar el nuevo espejico, hay que sujetar un listón que sirva de guía para que no patine el cortador, teniendo en cuenta el par de milímetros que tiene la herramienta.

Y, para mi sorpresa, parece que la ruletica que tiene que rallar el vidrio ha perdido el filo. Es lo que tienen las herramientas baratas, aunque ésta ha prestado bastantes servicios.

 

Intentamos varias veces, y, aunque el corte queda bastante sucio, a la tercera fue la vencida. Las imperfecciones quedan debajo del marco y no se verán.

Con maña, Vicente intenta aprovechar el marco original, aunque no queda muy satisfecho con el resultado.

Quedamos en traer listones de cedro que sobraron y que creo que guardé. Si no, Juan ofrece sacar otros de algún retal que él tenga por ahí. Siempre al quite.

Como queda un poco de tiempo, Vicente se dedica a tapar los agujericos de su diapasón.

Le comento que a mi me gusta usar una gotica de cola y hacer serrín con una lija hacia el agujero e ir tapando. Siempre queda mejor que cualquier masilla.

Vicente se pone a ello, y, al ser muy pequeños los agujeros, pronto se da cuenta de que funciona, mientras que Juan, otra vez al quite, saca un cianocrilato negro que usa él para tapar estos desperfectos. Vicente prefiere seguir como iba y Juan bromea que no va a guardar el pegamento, lo va a esconder.

 

Mientras, yo he seguido lijando mi guitarro y he aprovechado para recortar y pegar la tapa del tacón. Como hay poca distancia, queda muy finica. A mí me gusta.

A Vicente también le da tiempo de hacer lo propio en el suyo. Él tiene que salvar un desnivel mayor, y pega dos trozos de palosanto para obtener el grosor justo. No tenemos fotos de esto.

Y, aparte del bizcocho de hoy, Juan recibe la visita de un antiguo ebanista, hijo y nieto de ebanistas, que le va a traer un laudino de luthier. Nunca he visto uno. A ver si lo tiene el próximo día.

La conversación con este señor, gesticulando con la garrota cuando hablaba, sencillamente impagable.

Otra buena mañana.