Como convinimos con Juan, avanzo en mi taller en el puente de mi guitarro, adelgazándolo un poco.

Queda mucho mejor así.

Al ponerlo en su sitio, observo que no se ajusta perfectamente a la curva de la tapa.

De momento lo dejo así, pero habrá que ajustarlo.

A falta de las lágrimas, queda muy bien.

Ya en casa de Juan, protejo el diapasón con cinta de carrocero.

Y toca ya ir terminando el proceso de lijado.

Juan saca un tarugo de corcho con una lija para hacer cómodamente el trabajo.

Vicente lo continúa sin problemas.

Y ya parece que podemos empezar a barnizar

...

Entonces Juan saca una placa de cocina ancestral a la que, milagrosamente, le funciona la resistencia eléctrica. Sobre ella coloca un cazo con agua y unas piedras en el fondo, donde apoya un recipiente metálico con cola de pescado o conejo (no recuerdo).

Al baño maría, en poco tiempo la cola está preparada para imprimar las tapas

Con una de las brochas baratas que compré en bricomart, se avanza rápido, con cuidado de que no gotee por los aros.

La tapa de Vicente queda muy bien

La mía no tanto. Ya le había dado imprimación nitro y se la tuve que lijar porque quedaba muy irregular.

Esta cola tampoco queda bien. Es muy raro. Absorbe mucho en unos sitios y poco en otros.

Juan dice que es lo que tiene trabajar con maderas naturales, así que habrá que buscar alguna solución. Los aros y el fondo sí quedarom bien con el fondo nitro que encontré en Piresa.

Y para completar el intenso día, Juan recibe la visita de un amigo (su maestro de guitarra) que viene a probar una de las suyas. Sencillamente precioso.