DÍA 31
07 de junio de 2023
3:30 h.
Al llegar nos dice Juan que tiene que salir un rato. Como tenemos cosas que hacer, que vayamos empezando. Les comento que hay que ir tomando decisiones. Me he traido la tablet con las fotos de guitarros antiguos que tengo y un libro, de Pedro Sánchez Moreno, sobre el tema. Resumiendo: En cuanto al diapasón, lo que me he encontrado normalmente es que están al nivel de la tapa. Tal que así: Esta opción la descartamos desde el principio por varias razones. Una, técnica, porque las tapas no daban el largo suficiente, y otra, musical, porque las cuerdas se elevarán un poco de la tapa y sonarán mejor, al tiempo que se minimiza el roce de las uñas con la tapa. Por eso muchos guitarros llevan un refuerzo de madera dura en el tercio superior de la tapa. Aquí hay una diferencia entre los dos guitarros, que decidimos para poder comparar después, y que condiciona el diapasón: - El mío tiene la tapa superpuesta al mástil y la roseta completa, por lo que el diapasón no tiene por qué llegar hasta la boca. La decisión es algo así. Juan dice que mejor que entre un poco en la tapa, como el derecho, pero voy a hacerlo recto: - En el de Vicente, nos vamos a ir a la opción más larga: Más o menos como el de la derecha. Así quedará más fuerte, lógicamente. Juan dice que él suele clavar debajo del diapasón un par de espigas de madera para reforzar la unión de la tapa con el zoque. Lo haremos, sin duda. El puente es otra guerra: Lo normal en los guitarros murcianos antiguos es un puente de tiro directo, sin hueso, y con los cuernecillos y las lágrimas de adorno: Decidimos este modelo, pero añadiendo apoyo de hueso al tiro. Parece que este sistema se empezó a usar ya a finales del siglo XIX, al tiempo que se iban perdiendo los cuernecillos. Vicente está de acuerdo en incorporar los cuernecillos también al suyo. Ya en casa, tiro de Photoshop y hago una plantilla a ver qué tal queda. En el plano original, el puente mide 12 cm de ancho total y 6,8 interior: Yo he dimensionado la anchura interior a 7 cm. y la total, con los cuernecillos se va a 13,8. En cualquier caso, se puede modificar cualquier medida.
A falta de ajustar y determinar el ancho (1,65 cm. en el original) y la profundidad (1 cm.), éste sería el aspecto: Y, por si fuera poco, hay otra posibilidad que yo tengo muy clara: Cuadrilla de ánimas de Santa Gertrudis. Lorca 1923 (del libro de Pedro Sánchez Moreno) ¡El espejo en el clavijero! Y, por fin, dejamos que Juan se vaya a sus cosas, no sin antes sacar los diapasones que tenía guardados y regruesados, y nos ponemos a trabajar. He traído las espigas de haya, y Vicente echa un vistazo a su EKO. Ha comprado cuerdas nuevas, y decidimos esperar a Juan para montarlas. Mientras Vicente se pone al órgano, domando el perfil que queda y rectificando un poco el que había curvado el día anterior, yo me pongo con los diapasones. Uno de ellos tiene bastantes agujeros de insectos y es más oscuro aunque tiene una veta clara en un extremo. Vemos que se puede adaptar mejor al mío y cortarlo justo a ras del agujero más grueso. También evitamos la veta clara cuando lo cortemos de ancho, que sobra bastante. No recuerdo si es madera de pauferro o de ébano. Creo que pauferro. En cualquier caso es durísima, pero Juan nos dice que se trabaja bien. Empiezo a lijar suavemente con una lija vieja y, sorprendentemente (o no, porque ya lo había dicho Juan), se lija con facilidad y desaparecen las marcas de la sierra que eran muy evidentes. Vicente ha domado los aros sin problemas. Hay que preparar el perfil de embero para encolarlo todo cuando se sequen un poco los otros.
Sujetamos el guitarro en su sitio y admiramos la colección de pesos de Juan Cuando encolé estos perfiles en el mío, recuerdo que fue complicado manejarlos. Sugiero a Vicente encolarlos entre sí, sujetándolos con pinzas. Parece que funciona. Al estar los dos, nos animamos a encolar los dos perfiles a cuatro manos. A todo esto, llega Juan cargado de diapasones y puentes en bruto que tenía secando más de veinte años en otro sitio. Dice que va a hacer un inventario del material que tiene. Cuando ve el invento de las pinzas, nos dice que nos va a copiar la idea. El ajuste final de los perfiles queda perfecto a la primera. Para comprobar que queda todo bien, le comento a Vicente que en el vídeo de Guitarras Bros que hay en Youtube le dan unos golpes por encima de las cuerdas. Juan, que está al quite, salta como un resorte, deja la libreta y nos busca una máquina que tiene para eso. Vicente también hace uso del artefacto Mientras dejamos que seque, damos cuenta del bizcocho artesano -receta francesa- que nos trae Vicente en esta ocasión. El delicioso saborcillo a mantequilla no parece entusiasmar a Juan, por lo que Vicente y yo nos vemos en la obligación de modificar ligeramente al alza la ración correspondiente. ...y seguimos con los diapasones. El que hemos elegido para el guitarro de Vicente tiene unas vetas preciosas, y un par de vetas transversales menos interesantes que se pueden evitar con lo que sobra. Este tiene los agujeros de bichos muy pequeños y se taparán con mucha facilidad. Juan propone usar otra de sus máquinas para lijar mejor: un tarugo de madera para elevar el diapasón de la mesa, cuya perfecta horizontalidad comprueba con su barra de acero niveladora. Bromeamos con que es capaz de sacar también las galgas que se cuelan por cualquier espacio. Y yo me pongo con el otro diapasón. Lo marco y trazo las dos líneas transversales a escuadra del centro. Juan saca otro artilugio para poder hacer esos cortes adaptando el diapasón a dos listones que ya tienen la inclinación correspondiente. Pero yo me vengo arriba con la sierra y hago los tres cortes. El más estrecho hay que terminarlo en la lijadora y Juan me recuerda que se habría hecho mejor con su guía. Fallo o precipitación de principiante. Cuando lo pongo sobre el guitarro queda precioso -o a mí me lo parece- No tengo dudas de dejar recto el trozo que entra en la tapa. Ahora hay que quitarle unos dos milímetros a esa parte para compensar el escalón entre el mango y la tapa, que está superpuesta.
Juan me sugiere otra herramienta: una sierra de arco para metal con unas guías de madera que dejan sobresalir los dos milímetros que se necesitan. Así no te pasas ni te quedas corto. Y luego se iguala a formón -yo ahí prefiero una escofina, creo que la voy a manejar mejor- Como queda ya poco tiempo, me llevo el guitarro y el diapasón para intentar hacerlo en mi taller. Al limpiar la mesa de Vicente, Juan esgrime el aspirador, y yo me adelando para rescatar limadura de pauferro para hacer la masilla que necesitaremos, sobre todo para el agujero gordo de mi guitarro. Y ya casi yéndonos, nos acordamos de la EKO. Vicente empieza a poner las cuerdas nuevas pero nos tenemos que ir y ahí se queda la cosa. Otro precioso día. Intenso, muy intenso.
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