DÍA 22

08 de febrero de 2023

2:30 h.

 

Hoy toca ya empezar a pegar la estructura. Vicente se incorpora y se pone al día.

Echamos un vistazo al charango reventao, que quedará para después de los guitarros.

Y puestos con los guitarros, Juan nos comenta que rebajaría un poco la parte del zoque que quedará dentro del guitarro, y ya, de paso, limpiar un poco la curva.

Traza una línea por donde sugiere que se corte y le da instrucciones a Vicente con la sierra.

Con pulso firme y como si estuviera toda su vida entre sierras de cinta, Vicente resuelve con seguridad y maestría el difícil corte.

Pasamos a la fase de lijado para igualar las irregularidades y que quede como decía la abuela de Vicente "curioso por dentro y por fuera"

y fijamos el mango al tornillo para rematar la faena

con escofina y un poco de lija

Niquelao

Juan sugiere otro giro inesperado de guión: reducir un poco la vareta central en los extremos, y a ello se pone Vicente con una gubia histórica (regalada a Juan por un ebanista amigo). La vareta inferior, que queda separada de la tapa 1 milímetro y que Juan sugirió el otro día acortarla un poco, parece que ha recordado por qué la pusimos así, y dice que la mantengamos así (como está en el otro guitarro).

Y por fín vamos a ir pegando las piezas del puzzle. Antes presentamos todo y decidimos que lo mejor para sostener la pala en su sitio es con pesos.

Alineamos todo y Juan ve muy justos los aros que entran en la ranura del zoque. Sugiere lijarlos un poco.

Y cola en ristre, a encolar. Hablamos del tiempo de trabajo que permite la cola. No parece mucho, así que hay que ser rápido.

Una vez pegados el zoque y los aros, hay que encolar lo que algunos llaman braguero. La pieza de abeto, con la curva perfecta, la tenía Juan de otros proyectos.

Juan lo sujeta todo con gatos y pone peso a los aros para que ajusten bien. Es importante que queden bien pegados para que no rompan al fresar la ranura para los perfiles.

Y nos ponemos con los peones de refuerzo. Yo los voy curvando mientras Vicente los va pegando.

Como la vareta superior no llega hasta el aro, encajamos una pieza, y la intermedia, que sí llega, obliga a cortar un peón a medida. Queda muy bien y Vicente empieza a dar inequívocas señales de gozo extremo.

Cuando llegamos a este punto, Juan sugiere que terminemos con peones más gruesos, que los teníamos preparados para el fondo. Como ya va siendo hora de recoger, quedamos en cortar yo unos cuantos de algún recorte que tenga por mi taller y seguir la próxima semana.

Y mientras todo esto pasaba, Juan estaba afinando la tapa una guitarra de un amigo, y nos ha explicado como lo ha hecho, con un minicepillo, ajustando las varetas interiores a través de la boca y comprobando con un espejo y una linterna. La afinación debe coincidir entre dos notas, para no potenciar una nota concreta sobre las otras. Lo comprobamos con mi afinador del móvil y, efectivamente, al golpear la tapa el afinador marca un punto entre dos notas. Como la guitarra es baratera, la tapa es de cedro y suena bien, pero la trasera es de contrachapado y no tiene ni punto de comparación: al golpearla genera un sonido muy sordo.

Increíble!

Además, nos ha explicado la alineación de los trastes, su colocación, etc. etc. Un montón de trucos y de ingenios increíbles.

Vicente llega a la misma conclusión que yo en anteriores sesiones: cada pieza, cada forma, tiene un sentido. Es un puzzle perfecto, una máquina fantástica que no la conoces hasta que no experimentas todo esto.

Y así, contentos y con ganas de más, nos vamos para Murcia, que va siendo hora de comer.