DÍA 6

18 de Febrero de 2019

3 h.

 

Hoy toca ponerse con los mangos. Antes de pegarles el zoque, Juan dice que es mejor cortarlos a su medida sin la molestia del tarugo.

Dibujo el contorno, cuidando de mantener la simetría y la alineación del mango y el clavijero. Uso la plantilla de cartón que hice para dibujar los clavijeros.

 

Preparo la sierra de cinta...

...y corto las dos palas un poco por fuera de la línea para ajustarlo después todo con lija.

 

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Ya van tomando forma. Ahora hay que pegarles el zoque.

Es una pieza vital para la estructura: une el mástil a la caja. Por eso es muy importante que se encole bien, con las dos caras perfectamente planas.

 

Yo creía que eran de cedro, pero me dice Juan que son de cerezo, que es más resistente, pero también más duro para tallar a mano. Le comento si no sería buena idea quitar con la sierra de cinta toda la madera posible, antes de encolar. Le parece bien la idea y trazo, con alguna duda, las líneas que voy a cortar.

 

Completo el trabajo con la lijadora.

Juan me advierte que para encolar los zoques a las palas hay que evitar que patinen al apretar los sargentos. Pongo un taco que haga de tope en el mango, y un sargento para evitar el desplazamiento lateral. Y funciona: no se mueven nada. A Juan le gusta la idea.

Mientras que se encolan los zoques, me pongo a lijar las tapas y los fondos. La lijadora es muy pesada (7 kg) y difícil de controlar. Además no se ve lo que estás lijando. Empiezo con la velocidad mínima.

Juan tiene un listón con los bordes redondeados para sujetar las maderas al tablero sin dejar marcas.

Ya van saliendo los colores y las vetas del cedro.

Esta tapa venía muy rugosa, por lo que hay que lijar más que la otra, que estaba mejor cepillada.

Y aparece el primer contratiempo: al tener que lijar más de la cuenta, me he pasado lo justo para cargarme un trozo de la roseta. Hay que pedir otra a Maderas Barber.

El color espectacular que aflora del cedro evita que me coja un cabreo de los grandes. Gajes.

Empiezo a lijar uno de los fondos de palosanto, y queda espectacular. Y sí, se pierden todas las imperfecciones que les hizo la regruesadora. Además Juan dice que queda mucha madera por quitar todavía.

Y me enseña a usar el calibre de precisión para controlar, a la décima de milímetro, los grosores de las tapas, los aros y los fondos. No es fácil.

Además, aprovechando la tarea que está haciendo, hoy hemos estado hablando de las varetas que hay que poner por dentro de la caja, el encolado y sus teorías, los esquemas y los resultados que ha conseguido en sus guitarras. Veré cómo adapto toda esta información a los guitarros.

La complejidad de todo esto es increíble. Cada paso, cada trozo de madera... todo tiene una razón, un proceso, y una o varias, o muchas formas de solucionarlo.