DÍA 53
4 de julio de 2024
3:00 h.
Las dos semanas que han pasado desde la última sesión me han dado tiempo para varias cosas: Como Juan nos dijo lo importante que era un buen tejido de algodón para hacer las muñequillas, a ser posible antiguo, se me ocurrió preguntarle a mi tía Fina (90 años). Pues, en menos de 24 horas tenía a mi disposición varios retales, primorosamente planchados y doblados. También fui a la "Casa del pintor" a comprar un par de botes que necesitaba, y vi lana de acero del gramaje que nos dijo Juan, y arramblé con ella. El paquete es grande pero no me importa. Dejaré la mitad en el taller de Juan y usaré mi parte para terminar el barnizado de mi guitarro. Como me traje de casa de Juan el botecico de barniz rebajado, me pongo a barnizar la tapa, a ver si se iguala de una vez. He comprado en Leroy aceite de vaselina, que compruebo que funciona muy bien. Es más líquido que el que usa Juan (de brillantina), pero desliza la muñequilla con suavidad. También pedí por Aliexprés 50 pipetas (irresistible oferta de las mías) por un par de euros. Llegaron muy pronto. Dejaré la mitad en el taller de Juan. Y, tras seis o siete manos, siempre lo mismo: parece que queda perfecto, pero al secarse del todo aparecen tres zonas más mates que el resto. Como veo que son simétricas, no tengo ya dudas de que son un problema de la madera, que absorbe mucho más en esas zonas. Finalmente decido usar la lana de acero para quitar brillo, a ver si así se iguala todo. ¡Y PARECE QUE AHORA SÍ! Mantengo la prudencia, pero pasados varios días apenas se nota. Aprovecho para hacer en mi taller las goticas del puente, que me habían salido pequeñas. A falta de un poco de aceite, queda muy bien. Ya en el taller de Juan, me da el visto bueno a la terminación de mi guitarro, y sacamos el de Vicente, que ha quedado también muy bien.
Y cuando ya creíamos que le tocaba el turno a los puentes, Juan repara en que el mástil del guitarro de Vicente está un poco curvado y eso afectará a la alineación correcta de los trastes.
Las temidas galgas confirman lo que el experto ojo de Juan había observado. La solución, como siempre, imaginativa y bastante sencilla: Pintar los trastes con rotulador y limarlos con una lima plana y sin mango hasta que desaparezca la pintura.
Como los trastes son de un metal bastante blando, pronto aparecen las limaduras, que Vicente elimina con una brocha de afeitar. Los trastes quedan algo planos y Vicente los redondea pasando una esponjilla de lija fina. Cuando Juan me propone hacer lo mismo en el mío, le comento que al ser muy poca la diferencia entre trastes y al ser un instrumento que solo se toca en los superiores, lo mismo no es necesario. Juan opina la mismo, y la cara de Vicente es un poema. Además, si cerdea, a tiempo estaremos de alinearlos más adelante. También le pido a Juan una gotica de su aceite de "no limón" para mi puente, y queda espectacular. Y ahora sí. A pegar los puentes. Juan marca en mi guitarro el tiro exacto. Y nos dice algo que yo no he visto nunca en los vídeos de youtube: Para evitar que el puente se deslice al presionarlo con la cola, le hace un par de taladros en la parte inferior, con una plantilla para controlar la profundidad y que no traspase. La broca que tiene en su Dremel tiene un paso bestial. Aunque usemos la plantilla hay que ir con cuidado. Vicente hace los suyos. Y Juan saca un palo de pincho moruno. Talla una punta en un extremo y corta un trozo para que sobresalga un poco de los taladros que hemos hecho. Se encolan con una gotica de cianocrilato. Ahora hay que hacer taladros en la tapa, en el sitio exacto. Juan lo hace con la misma plantilla que usa para taladrar sus puentes, que no se adapta a las medidas de los guitarros. Propongo pinchar las puntas en un papel y dibujar el borde del puente y el centro. Si recortamos con cuidado por esa línea, la hacemos coincidir con la marca del tiro, marcamos los dos puntos y taladramos, debería quedar perfecto. Y eso hacemos. Además nos ayudamos de una escuadrica de madera para que quede en su sitio. Cuando ponemos el puente encaja a la perfección. Juan dice que, a partir de ahora, usará ese método en sus guitarras. Además comento que los dos trozos de brocheta ayudarán a reforzar el encolado del puente y a contrarrestar la tensión de las cuerdas. Recuerdo que mi tapa, después de tanto lijado, ha quedado muy fina, aunque Juan la midió con su calibre y no de dió importancia. Juan marca ahora con un bisturí el contorno del puente, perfectamente encajado en su sitio. Y, con un formón fino y mucho cuidado de no salirse, raspa el barniz y le hace unas incisiones tanto a la tapa como al puente. Así la cola se introducirá mejor en las maderas. Volvemos a colocar el puente en su sitio. Entonces pregunto cómo se presiona el puente para encolarlo y que no se deforme (ni se rompa) la tapa. Cuenta Juan que él pone un listón a medida (como el alma de un violín) debajo de la tapa de sus guitarras. Después nos enseña un marco de madera donde entra la caja de la guitarra (no le hice foto) y usa unos listones flexibles para presionar el puente mientras que seca la cola. Le comento que, al ser la boca de los gitarros más pequeña, no se puede meter la mano para colocar el soporte, y que he visto por internet una solución: Le gusta mucho la idea, y, cuando le comento que voy a ver si hago un sargento de madera con las medidas del guitarro, me anima y me dice que, si funciona, me encarga dos o tres para sus guitarras. Vicente decide esperar para pegar su puente. Y como hoy ya despedimos la temporada, tengo tiempo de intentarlo con calma. Así es que, nos desamos feliz verano, nos emplazamos para septiembre y Vicente y yo nos volvemos a Murcia con nuestros guitarros respectivos.
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