LEYENDAS

 

EL TRISTE MIRADOR DE LA CAUTIVA ZAIDA

Cuatro cosas negras: cabellos, cejas, párpados y la pupila de los ojos; cuatro blancas: cutis, dientes, uñas y córneas de los ojos; cuatro rosas: mejillas, labios, encía y lengua; cuatro grandes: frente, ojos, pecho y caderas; y, por último, cuatro pequeñas: orejas, boca, manos y pies. Estas son las veinte características que, según algunos autores árabes, debía reunir la mujer para ser bella. Y de todas ellas hacía gala Zaida, la legendaria princesa que protagoniza la más célebre leyenda de amor que conociera el antiguo Reino de Murcia.

(...) el mirador de Zaida, la bella cautiva cristiana que desposó el alcaide moro de la fortaleza.

El corazón de la joven, de quien se decía que «si miraba a un hombre enfermo lo sanaba y si estaba sano lo enfermaba», seguía amando a su prometido, un aragonés que terminó siendo capturado -mire usted por dónde- por el esposo de su amada. El musulmán, enfrascado en el gobierno de su reino, no sospechó que su mujer le era infiel. Hasta que sorprendió a los amantes en su propio castillo. La pataleta fue tal, que el marido despechado sintió ganas de convertir la fortaleza en el amasijo de ruinas que hoy contemplamos.

Quiso el cristiano sin éxito comprarle a Zaida; pero el esposo burlado no aceptó. En cambio, ordenó que lanzaran al aragonés por el mirador legendario. Nadie sospechó que Zaida, «cuya boca era un rubí del que se hizo un pequeño anillo», saltaría tras su amado. Ambos fueron enterrados juntos y el alcaide, preso aún de los encantos de la zagala, pronto perdió su vida luchando contra los cristianos.

A pesar de los avatares sufridos por el monumento, aún perdura en lo alto del castillo el triste mirador de Zaida, la bella cautiva que en tantas noches deshojó sus lágrimas desde aquel balcón remoto. Y cuenta la leyenda que, desde entonces, nunca nadie volvió a llorar de amor en la fortaleza con tanta amargura. Ni tampoco con tanta belleza.

Antonio Botías

 

(otra) LEYENDA DE LA ENCANTA ZAIDA


Hace casi mil años, entraron los Almorávides en la península con su ejército. Era un pueblo nómada, guerrero y anárquico y al grito de ¡guerra santa! Se propusieron conquistar el Alcázar de Córdoba. En este vivían el príncipe Fath Alma´mum y la princesa Zaida.
Comienza la guerra, y ante los malos resultados de la misma para el príncipe Fath Alma´mum, decide mandar a su mujer Zaida y a toda su familia a buscar refugio en el Castillo de Almodóvar.

El día 28 de marzo de 1.091 el Alcázar es asaltado y el príncipe muere en la calle luchando contra sus enemigos. Ya de madrugada un mendigo que pasaba por allí, cubrió con sus vestiduras el cadáver del príncipe. En el momento de la muerte de su esposo, Zaida, se despertó sobresaltada y vestida con sus tules blancos subió a la torre del homenaje. Ella pretendía que había sucedido algo y mirando hacia a Córdoba, observó como venía un caballo blanco.

Al día siguiente los almorávides conquistan el castillo encerrándola en una de las mazmorras, donde muere de pena y dolor amado. Pero para la voz del pueblo su espíritu está presente y espera año tras año la aparición de su esposo amado. De ahí que todos los años el 28 de Marzo aparezca una dama vestida de blanco paseándose por las murallas del castillo, gimiendo. Llegando extraños y misteriosos ruidos que aterrorizaban a los vecinos del pueblo que no se atrevían a salir por sus callejuelas empinadas y oscuras…….