Un día, me dice Antonio… ¡Vicente, tenemos que conseguir, y aprender a tocar, el guitarro murciano!

¡Pero Antonio, le respondo, no tengo ni idea de ese instrumento! Además, si ya me convenciste para comprarnos un timple canario y a penas lo toco.

E insiste. Que sí, que sí, que ya verás…

Bueno. Le voy a preguntar a mi amigo Juan, que es lutier, dónde se pueden comprar esos instrumentos más bien raros.

A los pocos días, concretamente el sábado, 22 de abril del 2017, la Schola Gregoriana de Murcia cantábamos en la explanada de la Basílica de Caravaca de la Cruz, con motivo de la visita de monseñor Carlos Amigo a Caravaca, dentro de los actos del Año Jubilar.

Cae a mi lado Juan. Me acuerdo, y le pregunto dónde se puede conseguir un guitarro murciano, que mi amigo Antonio…

Su respuesta fue poco esperanzadora ya que me dijo no ser fácil encontrarlos por las tiendas de música de Murcia. Que era un instrumento poco demandado, y que lo normal sería encargarlo a los dos talleres que creía que podrían hacer ese tipo de instrumentos en España. Uno ubicado en Cuenca, y el otro, no recuerdo dónde me dijo. También le pregunto si sabe qué puede costar un instrumento así elaborado. Hace una consulta telefónica. Y me vuelve a desencantar aún más al decirme las cifras entre las que se pueden mover estos instrumentos sin demanda y hechos por encargo: ¡un disparate!

Al rato, mientras esperábamos el inicio de nuestra intervención musical, me dice Juan, así como si tal cosa… ¿tu amigo querría hacérselo él? ¡¿Cóóómooo…?! ¿Qué si querría hacérselo él? ¿Pero qué me estás diciendo? ¡Pues claro que sí! No solamente querría, sino que estaría encantado de hacérselo. Fíjate tú, que en nuestra pandilla de cuando éramos zagalones, por lo habilidoso que era, le llamábamos cariñosamente: Antonio “el virguero”. Con eso te lo digo todo.
¡Maemíaaa! ¡Cuando se lo diga a Antonio…!

Me alejo del grupo, saco el móvil… ¡Antoniooo! ¡Mira lo que me ha propuesto mi amigo Juaaan!

¡Alegría y alboroto!

Al tiempo, después de quedar para que se conocieran Juan y Antonio, y tras varias otras posteriores reuniones que permitieron concretar el material necesario, así como tomar las múltiples decisiones previas que requería acometer un proyecto de elaborarse uno un instrumento musical, de que Juan nos facilitara el despiece, e incluso nos trajera las maderas del almacén Barber, en Valencia, llega el día 3 de diciembre del 2018. Y aquí tenemos a Antonio firmemente determinado en realizar dos guitarros simultáneamente, uno para él, y otro para mí... (aún hoy, no doy crédito)

En fin, querido Antonio: muchas gracias por tu tenacidad y esfuerzo elaborando dos guitarros murcianos en paralelo. Y enormes gracias, querido Juan, por tu generosidad y maestría sin límites.

El parón de la pandemia y mi jubilación anticipada, han permitido que me pueda asomar a ese maravilloso mundo de olores, tonalidades, texturas, técnica, habilidad, e ingenio: de belleza, que es la música en la casa de Juan.

De verdad, gracias amigos.

 

Vicente López