María
Cristina

La
reina Mª Cristina fue, según los estudiosos
de su trayectoria, una de las "mejores reinas"
de la historia de España, sin embargo, los libros
dedicados a su biografía son "muy escasos".
AMOR
REAL
Mª
Cristina "cometió el error de enamorarse"
de su marido el rey Alfonso XII, afirmó Queralt,
autora del libro "La pasión de la reina"
en referencia al "calvario" que pasó la
consorte ante la indiferencia del rey. De este modo, la
parte central del libro que incluye el diario de Mª
Cristina, está escrito como "un vía crucis".
La
primera parte recoge la voz de la reina Mª Mercedes
de Orleans, primera mujer de Alfonso XII, que murió
con dieciocho años en "pleno auge de sus amores"
y a la que el rey nunca dejó de querer.
En
la parte siguiente se oye la voz de Elena Sanz, diva del
Teatro Real, amante del rey y madre de sus dos primeros
hijos, que desde el exilio en París se lamenta de
su olvido.
La
reina Mª Cristina soportó los "celos"
hacia las amantes del rey pero su "gran rival"
fue Mª Mercedes la "reina muerta". El diario
narra el calvario personal de la segunda reina en su lucha
"contra una amante fantasma".
REINA
EJEMPLAR
Mª
Cristina de Ausburgo-Lorena fue una "reina ejemplar"
que a su llegada a España fue recibida por el pueblo
como "la sustituta" o "Doña Virtudes",
como la llamaron con el tiempo. En el plano amoroso, según
Queralt, se comportó como una "mujer celosa"
que, a la muerte de su marido y al asumir la regencia, se
volcó en el cuidado de la iglesia madrileña
de Los Jerónimos en detrimento de La Almudena concebida
por Alfonso XII como el "Taj Mahal dedicado a Mª
Mercedes". A su vez, convirtió la iglesia de
Nuestra Señora de Atocha, donde tanto ella como Mª
Mercedes se habían casado con Alfonso XII, en un
"cementerio de hombres ilustres".
En
el plano político Mª Cristina consiguió,
durante su periodo de regencia, llegar a ser una reina "extremadamente
querida" por el pueblo. Su respeto a la Constitución
y su vida privada "intachable" la hicieron merecedora
del "reconocimiento popular". Lo que demuestra,
concluyó la historiadora, que la relación
del pueblo español con la realeza es "más
sentimental que política".