D

b

08.- LA CATEDRAL GÓTICA

SUGER O SAN BERNARDO

A mediados del siglo XII los arquitectos románicos empezaron a cambiar sus técnicas constructivas. Las novedades permitieron levantar, sobre todo en las ciudades que salpicaban el territorio europeo, grandes catedrales góticas, financiadas, además de por los nobles y los grandes abades, por un nuevo grupo social: la burguesía.

En 1140 estalló una disputa entre dos grandes abades franceses:

El abad Suger, consejero del rey de Francia, y el abad Bernardo de Claraval, superior de la orden del Císter, manifestaron posturas diferentes sobre lo que debía ser el espíritu de una construcción dedicada al servicio de Dios.

Según Suger, una edificación que recuerde la belleza de Dios ayuda, mediante su contemplación, a acercarse a él.

"Yo confieso que me parece lo más justo que lo más precioso sirva, ante todo, para la celebración de la Santa Eucaristía. Si, según la palabra de Dios, según las disposiciones de los profetas, las copas de oro, los recipientes de oro, los pequeños morteros de oro, servían para recoger la sangre de los machos cabríos, cuánto más conviene disponer de vasos de oro, de piedras preciosas y de todo lo que se tiene por valioso en la creación para recibir la sangre de Jesucristo. Aquellos que nos critican objetan que es suficiente para esta celebración un alma santa, un espíritu puro, una intención de fe. Yo lo admito: es ciertamente eso lo que más importa. Pero afirmo también que se le debe servir en la ornamentación exterior y sobre todo, en el santo sacrificio, en total pureza interior; en total nobleza exterior."
Suger, De la consécration.

Esta doctrina es la que mandó poner en práctica en la abadía de Saint Denis, en París, mediante la instalación de unas enormes vidrieras que proporcionaron al conjunto una considerable claridad. El efecto fue tan sorprendente que, a partir de entonces, la mayor parte de los maestros constructores intentaron emular lo logrado en Saint Denis.

Pero el abad Bernardo de Claraval defendía una postura opuesta, pues hacía hincapié en la sencillez y la ausencia de ornamentos:

¡Oh, vanidad de vanidades, pero más locura aún que vanidad! La iglesia resplandece por todas partes, pero los pobres viven en la indigencia; esas piedras están cubiertas de doraduras mientras sus hijos están faltos de vestidos; los aficionados encuentran en la iglesia el medio de satisfacer su curiosidad, pero los pobres no encuentran en ella nada con que sustentar su miseria.
San Bernardo.


Así se crearon dos maneras de entender la religión, que a su vez dieron lugar a dos manifestaciones artísticas. Ambas coexistieron en el tiempo:

- El arte CISTERCIENSE.- Los grandes monasterios, de carácter eminentemente rural, regidos por la orden del Císter, que Bernardo renovó, se construyeron siguiendo criterios de austeridad

- El arte GÓTICO.- En las ciudades, en pleno proceso de crecimiento, el sistema constructivo que triunfó es el que el abad Suger impuso y que se fue modificando a medida que los avances técnicos permitían una mayor altura de las bóvedas sin hacer peligrar la estructura del edificio.

Uno y otro se expandieron por Europa, si bien el primero lo hizo por zonas rurales y el segundo por las nuevas ciudades.