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FRONTALES

Tabla de Soriguerola

Un ángel pesa en una balanza las obras de un hombre, decidiendo su destino, mientras un demonio «tramposo» intenta inclinar el artefacto hacia su lado. Con frecuencia, más a la izquierda están los condenados, que avanzan en fila con los rostros desencajados por el terror, en dirección a una criatura de grandes fauces y temibles colmillos que está devorando a los pecadores. En este caso aparece la imagen contraria: el alma accediendo al cielo, recibida por un inconfundible San Pedro.

La llamativa escena de la balanza no es exclusiva de esta tabla. Está presente en muchos otros templos medievales. Evidentemente, esta terrorífica escena era comprendida por los fieles que acudían al templo en la Edad Media. Lo que resulta más extraño, es que si un ciudadano egipcio de hace 3.500 años tuviera la hipotética ocasión de contemplar esta escena, es casi seguro que captaría el mismo mensaje. ¿Cómo es posible? Muy sencillo. La escena del pesaje de las almas, conocida iconográficamente por el término de psicostasis o psicostasia, aparece en las representaciones del llamadoLibro de los Muertos egipcio, una especie de «manual» que servía a los difuntos para pasar con éxito las pruebas que le franquearían las puertas del más allá…

Según el Libro de los Muertos, cuando el difunto completaba con éxito la larga travesía por el inframundo, se encontraba con Osiris, el dios egipcio de los muertos. Aquí daba comienzo la escena de la psicostasis, o peso del alma. Ante la mirada atenta de 42 jueces divinos y del propio Osiris, el difunto era sometido a la más dura prueba, en la que el dios Anubis procedía a pesar su corazón –para los egipcios un símbolo de su conciencia y sede del alma– en uno de los platos de la balanza.

En el otro, se colocaba la Ma’at, la pluma símbolo de la justicia y la verdad. Otro dios, Thoth, actuaba como notario y dejaba constancia escrita del veredicto. Si el pesaje resultaba favorable al difunto, éste era recompensado con la vida eterna. Si, por el contrario, la balanza se inclinaba del lado desfavorable, el difunto era devorado entre las fauces del temible Ammit, criatura de aspecto monstruoso, híbrido de león, cocodrilo e hipopótamo.

Como vemos, las similitudes con la escena representada en numerosos templos cristianos son más que anecdóticas, y no pueden ser atribuidas al simple azar. La única explicación posible, por lo tanto, es que esta curiosa iconografía egipcia del Libro de los Muertos pervivió y fue «reutilizada» siglos más tarde por los artistas cristianos.

La psicostasis no fue propiedad exclusiva de los egipcios. Hay relatos similares en el Budismo, el Mazdeísmo e incluso el Islam.