“Un Ángel tomó al dragón, la serpiente antigua que es el diablo y la encadenó por mil años. Vencido el plazo, Satanás será soltado y saldrá a extraviar a las naciones.”
Unos monjes venidos de más allá del Pirineo les enseñaron que lo escrito en el Apocalipsis estaba próximo a cumplirse. La bestia de las siete cabezas y diez cuernos deseaba destruir al León de la tribu de Judá.

Y esas gentes del entorno del año mil, escucharon atemorizadas las amenazas a su destino, narrado con el apoyo de esculturas labradas en la dura piedra que habilidosos canteros habían modelado para decorar e instruir desde los lugares sagrados.

Sobre los bajorrelieves de los tímpanos o agazapados en lo alto de las columnas, un ejército de amenazantes demonios, basiliscos, grifos, centauros, sirenas, monos, osos o dragones, parecían prestos a saltar sobre ellos.

"Fueron sueltos los cuatro ángeles, que estaban preparados para la hora, y para el día, y para el mes, y para el año, a fin de que diesen muerte a la tercera parte de los hombres.
El número de los del ejército de la caballería era de dos miríadas de miríadas; yo oí su número.
Asimismo vi en la visión los caballos y los que cabalgaban sobre ellos, que tenían corazas color de fuego, y de jacinto y de azufre; y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones y de su boca salía fuego, y humo, y azufre".
(Apocalipsis, 9: 15-18)
"Como se aproximara el tercer año después del año 1000, se vio en casi toda la tierra, pero sobre todo en Italia y Galia, la renovación de las basílicas de las iglesias; aunque la mayor parte no tuvieran ninguna necesidad, porque estaban muy bien construidas, un deseo de emulación llevó a cada comunidad cristiana a tener la suya más suntuosa que la de los otros. Era como si el mundo se hubiera sacudido y despojándose de su vetustez, se hubiera revestido por todas partes de un albo manto de iglesias. Entonces, casi todas las iglesias de sedes episcopales, los santuarios monásticos dedicados a diversos santos, e incluso los pequeños oratorios de las villas, fueron reconstruidos por los fieles de una forma más bella".
ABAD GABLER en el año 1003