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05.- EL ARTE ISLÁMICO EN ESPAÑA

TEXTOS

Contra los fabricantes de imágenes

Los ángeles no entrarán en una casa en la que hay un retrato... Aquellos que serán más severamente castigados en el día del Juicio son el asesino de un Profeta, aquel a quien un profeta ha dado muerte, aquel que careciendo de conocimiento conduce a los hombres erradamente, y el artífice de imágenes o pinturas... Una cabeza surgirá del fuego y preguntará: ¿Dónde están aquellos que inventaron mentiras contra Dios, o que han sido los enemigos de Dios, o que han menospreciado a Dios?  Entonces los hombres preguntarán: ¿Quienes son esas tres clases de personas?
Y la cabeza responderá: El hechicero es quien ha inventado las mentiras contra Dios; el autor de imágenes o pinturas es el enemigo de Dios; y aquel que obra a fin de ser visto por los hombres, él es quien ha menospreciado a Dios.

(Vida del Profeta)

«En el año 965 se terminó la cúpula que dominaba el mihrab, trabajo que formaba parte de la ampliación de la mezquita. Fue en el mes de junio. Es este mismo año se llevó a cabo la instalación del mosaico que había enviado el rey de Bizancio. Al-Hakam le había escrito pidiéndole que le mandase un artesano, en imitación de los que había hecho el califa al-Walid ibn ‘Abd al-Malik en la construcción de la Mezquita de Damasco. Volvió la misión diplomática de al-Hakam con el artesano y con trescientos veinte quintales de teselas de mosaico que enviaba el rey de Bizancio como regalo. El califa ordenó albergar y tratar con toda generosidad al artesano, nombrando a un grupo de esclavos para que aprendiesen el oficio con él; se pusieron manos a la obra y pronto aprendieron e incluso superaron al maestro bizantino, de manera que éste volvió a su patria colmado de regalos por el califa, y los esclavos siguieron solos, demostrando que eran los más hábiles artesanos de la tierra.»

Ibn ‘Idari 

"Ante mí, como lugarteniente del Profeta, todos sois pequeños, pero ante Al-lâh, yo mismo soy nada."
Abd Al Rahmán III

"Los monarcas perpetúan el recuerdo de su reinado mediante el lenguaje de bellas construcciones. Un edificio monumental refleja la majestad de quien lo mandó erigir."
Palabras atribuidas a Abd Al Rahmán III

¿Volveré a ver los zócalos tan resplandecientes de las paredes de los salones reales, en donde los atardeceres más oscuros nos parecían auroras? 

Es un lugar de recreo que recuerda por su dulzura exquisita el paraíso celestial, pues todo hombre que allí se encuentre no sufrirá las fatigas de la sed, ni el ardor del sol. 

Ahmad ibn Abd Allah ibn Zaydun [sobre Madinat al-Zahra]

La casa musulmana

El interior de tu casa es un santuario: los que lo violan llamándote cuando estás en él, faltan al respeto que deben al intérprete del cielo.  Deben esperar a que salgas de allí: la decencia lo exige.

(El Corán)


Para emplazamiento de una casa entre jardines elíjase un altozano que facilite su guarda y vigilancia.  Oriéntese el edificio a Mediodía, cerca de la puerta de la finca, y póngase en lo más alto el pozo y la alberca, o, mejor que pozo, hágase una acequia que corra entre la umbría... Plántense junto a la alberca macizos siempre verdes, que alegren la vista, y algo más lejos, cuadros de flores de todas clases y árboles de hoja perenne.  Rodeen las viñas la heredad, y que en medio de ellas haya parrales para cubrir los paseos y ceñir el jardín como de una margen... En el centro habrá un pabellón en que sentarse, con vistas a todos los lados; pero de tal suerte, que el que entre no pueda oír lo que se habla en él, y que nadie pueda llegar hasta él inadvertido.  El pabellón estará rodeado de rosales trepadores, así como de arrayán y de todas las plantas que adornan un vergel.  Será éste más ancho que largo, para que la vista pueda explayarse en su contemplación.  En su parte baja se hará un aposento para huéspedes y amigos, con puerta independiente y una alberquilla oculta por árboles a las miradas de los de arriba.  Si se añade un palomar y una torreta habitable, no habrá más qué pedir.

(IBN LUYUN, Siglo X)

Recepción de una embajada en Medina Azahara.

Un día fueron a ver al califa los embajadores francos, y las muestras que vieron de la grandeza de su po­der los dejaron espantados.  Había hecho alfombrar el camino desde la puerta de Córdoba a la de (Madinat) al-Zahra, a una pasaranga de distancia, y colocado hombres a derecha e izquierda del camino con las espadas, largas y anchas, desnudas en la mano, de manera que las del lado izquierdo se juntaban con las del derecho, formando como nervios de bóvedas, y dio orden de que los embajadores anduvieran entre aquellas es­padas, corno si fuera una galería cubierta.  Sólo Dios sabe el miedo que les entró.  Llegados a la puerta de al­Zahra, el suelo estaba alfombrado desde la puerta de la ciudad hasta el trono de la misma impresionante manera.  Había colocado en sitios especiales chambelanes, que parecían reyes, con vestidos de brocado y seda, sentados en sillones ornados.  Cuando veían un chambelán no dejaban de prosternarse ante él, creyendo que se trataba del Califa.  Pero les decían: " Alzad vuestras cabezas, éste es sólo uno de sus esclavos", hasta que llegaron a un patio sembrado de arena, en cuyo centro estaba sentado el Califa.

(MUHYíL-DiN IBN AL-ARABÍ, traducción de F. de la Granja)

El arte musulmán no tiene como función la imitación de la naturaleza, principio Aristotélico que anima al arte occidental, sino que es un medio para demostrar que las cosas no existen por sí mismas. Siguiendo este camino de la mentalidad semítica, el arte musulmán prefiere lo no figurativo, rehuye toda tentativa por hacer una obra "viviente", prefiere lo geométrico a lo epigráfico. De ahí la inanimación de las formas perecederas, la reducción de cualquier representación de vida, la estilización. En efecto, sólo Dios permanece, todo lo demás cambia. Esta concepción de la naturaleza es asimismo de consecuencias artísticas decisivas; la función del arte será resaltar la condición efímera y mudable de la naturaleza y de las propias formas artísticas, lo que se consigue con múltiples recursos de expresión plástica en los que la luz juega un papel esencial. Entre los variados recursos de expresión estética de lo mudable se destacan la articulación del muro en varios planos, la aplicación cerámica a la arquitectura y el uso de las celosías. De un lado, el muro islámico, en el que la decoración va resaltada sobre el fondo, con la incidencia de la luz siempre cambiante, permite que las formas se muevan constantemente. Si a ello se añade la cerámica vidriada, entonces esta brilla, reluce y refleja la luz en miríadas de puntos luminosos. Ambos recursos acentúan el efecto de incorporeidad y de atectonismo, las formas carecen de peso, pierden materialidad, aparecen como suspendidas, constituyendo un manto evanescente y siempre mudable.