SARCÓFAGOS

Sarcófago Ludovisi




Sarcófago Amendola
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"EL SARCÓFAGO DEL BRILLANTE"
El día 5 de julio de 1958 aparecieron en unas obras de urbanización realizadas por el Ayuntamiento de Córdoba los estupendos relieves que cubren tres de los lados de un suntuoso sarcófago romano de mármol, cuyas dimensiones son: 2,36 m. de largo, por 1,09 de altura y 1,03 de ancho. La extraordinaria pieza escultórica apareció en la carretera llamada del Brillante. Estaba el sarcófago en su sitio, a 3.50 m. de profundidad, respecto al nivel del suelo actual. Pero había sido ya pillado, pues a más de aparecer abierto y sin su tapa marmórea, en su interior —dicen— no hallaron sino tierra.

Presenta en su frente principal tres paños. El del centro con puerta de dos Hojas, una de las cuales aparece ligeramente entreabierta. Esta es la forma común de representar, en monumentos de su clase, la entrada al Hades o Reino de los Muertos. El paño de nuestra derecha lo ocupan dos figuras: la del muerto, togado, con un volumen en la mano, y la de su acompañante, un viejo venerable, barbado, imagen del filósofo, del maestro que ha preparado con su ciencia la vida postrera y eterna de su discípulo. El filósofo apresúrase con su gesto a conducir éste hacia su última mansión. El discípulo parece seguirlo con la serenidad do espíritu que infunde en el último trance el convencimiento de las grandes verdades de la filosofía. En el paño de nuestra izquierda hay otra pareja similar, simétrica: la esposa muerta, que con otro rollo en la mano y en actitud declamatoria, se deja conducir a la mansión eterna por la figura de su pedagoga o maestra, portadora a la vez de otro volumen.
Esta interpretación, a más de ser obvia, se basa en conceptos bien conocidos, no sólo por otros monumentos de su misma clase, sino sobre todo por los textos filosóficos coetáneos llegados a nosotros y relativos a las ideas escatológicas, corrientes entre romanos cultos, principalmente entre los de estirpe estoica, tan bien representada por Séneca, nacido y educado precisamente en la misma Córdoba. La Sabiduría era tenida en la Antigüedad como la mejor preparación para la vida ultraterrena. De aquí la presencia del filósofo y de la pedagoga y de aquí el hecho de que lleven como testimonio de su disposición, para la muerte el rollo o volumen. Es decir, lo que entre nosotros significaría un libro en alusión al constante estudio de los altos problemas del mundo y del trasmundo, vale como decir de la vida, de la muerte y tras ella de la otra vida. (Recuérdese la figura mortuoria de nuestro "Doncel de Sigüenza".)
A ambos lados (los lados menores) se ven sendas figuras de alados caballos trotando en el empíreo. Son imágenes del Pegaso y alusiones no sólo a la poesía y a la ciencia, sino también al vuelo último del alma sobre lo terreno.
La fecha en que se labró el sarcófago la conocemos con precisión gracias a sus particularidades técnicas y al tocado de sus personajes. Por las primeras —sobre todo por el modo de emplear el trépano— se dataría ya, con poco margen para el error, en el primer tercio del siglo III de la Era. Es entonces cuando los escultores trabajan así el pelo del filósofo, el de los leones y carneros de la puerta del Hades (...)
Fuente:
Antonio García y Bellido "El sarcófago romano del Brillante (Córdoba)" Zephyrus 9, 1958 (Ediciones Universidad de Salamanca), 237-241
DOS SARCÓFAGOS ROMANOS EN LA CATEDRAL DE MURCIA
D. Gil Rodríguez de Junterón (1480?-1552), era arcediano de Lorca y protonotario apostólico en la corte romana del Papa Julio II della Rovere (1503-13) en uno de los decenios más floridos de la capital del catolicismo.
A su vuelta a España, Junterón fue elegido fabriquero mayor de la catedral de Murcia. Ordenó la construcción de una revolucionaria capilla fúnebre en la catedral de Murcia, una de las primeras obras arquitectónicas "a la antigua" en España.
Las obras de restauración llevadas a cabo en esta capilla, en octubre de 1998, pusieron al descubierto el sarcófago en cuyo interior se encontraba, bien conservado, el esqueleto de Gil Rodríguez de Junterón, que quiso ser enterrado del mismo modo que los Papas de su época: en un sarcófago romano:


En 1942 fue abierta la tumba de un sacerdote, D. Alonso de Guevara, que fue enterrado en la Capilla de San Antonio de la Catedral de Murcia en 1528. En el reverso de la lápida se descubrió este magnifico relieve perteneciente a un sarcófago romano del siglo III d. C. En el frontal del relieve, conservado en el Museo de la Catedral, se observan nueve figuras femeninas que evocan a las Nueve Musas.
